Amistad bajo la lluvia

Era una tarde gris y fría, con la lluvia cayendo sin cesar sobre el pequeño pueblo. Marta caminaba apresuradamente por las calles empapadas, tratando de esquivar los charcos y las gotas que el viento lanzaba con fuerza en todas direcciones. Estaba nerviosa, sus manos temblaban ligeramente y su corazón latía con fuerza. Esta reunión era importante para ella.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto a sus amigos de la infancia. La vida los había llevado por caminos diferentes, y cada uno había seguido su propio destino. Pero hoy, después de tantos años, se reunirían nuevamente en el viejo café de la esquina, el lugar donde tantas veces se habían encontrado para reír y compartir sus sueños.

Cuando Marta llegó, encontró a sus amigos ya sentados en una mesa, sus rostros iluminados por la alegría del reencuentro. Al verla, se levantaron para abrazarla, y en ese momento, todos los nervios y la inquietud desaparecieron. La lluvia seguía cayendo fuera, pero dentro del café, el calor de la amistad lo llenaba todo.

Se sentaron juntos, recordando anécdotas y reviviendo viejas historias. Cada carcajada y cada palabra compartida eran como un bálsamo para el alma de Marta. Se dio cuenta de que, a pesar del tiempo y la distancia, la conexión con sus amigos seguía intacta, tan fuerte como siempre.

La tarde transcurrió entre risas y conversaciones profundas. La lluvia seguía su curso, pero ya no importaba. Marta se sentía feliz, rodeada de sus amigos, y el nerviosismo inicial había dado paso a una sensación de paz y alegría. Al final, entendió que los verdaderos amigos siempre están ahí, sin importar cuántos años pasen o cuántas lluvias caigan.